A lo largo del tiempo, ha habido quienes pensaron que la historia es cíclica, que pasa por momentos de crecimiento, auge y decadencia que se repiten una y otra vez. También ha habido quienes han pensado que situaciones registradas en el pasado, que parecían muertas, reviven continuamente y que “no hay nada nuevo bajo el sol”, pues todo se puede encontrar en épocas precedentes.
Ciertamente, a lo largo de la historia, los seres humanos han hecho renacer algunas creencias, instituciones o estilos artísticos; pero éstos se han adecuado a las condiciones particulares de ese momento, se han entendido de manera distinta. Por ejemplo, el Renacimiento recuperó muchos elementos de la cultura grecolatina, pero los adaptó a sus circunstancias, les infundió una nueva vida.
Se pueden seguir caminos antiguamente conocidos, pero en ellos habrá elementos nuevos que apuntarán hacia otros fines. No obstante, las culturas están hechas de valores, creencias, usos y costumbres legados por generaciones anteriores. Aunque estén en permanente cambio, siempre conservan algo del pasado. El pasado se hace constantemente presente en nuestras vidas.
Los hombres se comunican cuando tienen algo que compartir. Eso que comparten proviene de su tradición cultural, de los usos, valores y costumbres legados por sus padres y abuelos, legados por el pasado, y se derivan también de intereses comunes, de la necesidad de enfrentar los problemas presentes y darle un sentido a la vida futura de su sociedad.
Las antiguas comunidades o las sociedades actuales con las que no compartimos la misma historia o los mismos problemas nos parecen incomprensibles; no alcanzamos a explicar la razón que guía las acciones y pensamientos de sus miembros. Para comprenderlas y explicarlas, debemos tratar de ponernos en su lugar, de familiarizarnos con su pasado y presente.
La Historia es el fundamento de otras ciencias a las cuales les interesa el presente de las sociedades. Estas ciencias son las sociales. Los economistas, sociólogos, antropólogos, politólogos, juristas o psicólogos recurren constantemente a la historia para realizar sus observaciones, sustentar sus afirmaciones, exponer sus reflexiones o incluso, en algunos casos, para tratar de comprobar que sus ideas son las correctas. Esto es así porque la historia es útil para la reflexión y la adopción de caminos por seguir en el futuro.
También las artes se remiten continuamente a la Historia. La literatura muchas veces ubica sus narraciones en una situación pasada, la pintura hace referencias a símbolos del pasado y el cine toma anécdotas, biografías o asuntos pretéritos.
Si bien la Historia es la base que soporta a otras ciencias sociales, éstas han contribuido de manera importante al conocimiento y la explicación de la historia. ¿Cómo puede un historiador estudiar la Revolución industrial sin tomar en cuenta los análisis económicos sobre el capitalismo? ¿Cómo puede estudiar los movimientos obreros sin tener presentes las motivaciones sociales de los trabajadores para organizarse? ¿O cómo puede analizar las guerras mundiales sin tomar en cuenta los aportes que ha hecho la ciencia política respecto al nacionalismo o la psicología acerca de la agresión y la violencia?
La Historia coopera con las ciencias a las que les preocupa el presente y, al mismo tiempo, se alimenta de los estudios especializados de estas ciencias para comprender, profundizar y poder explicar mejor los hechos y procesos históricos.
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ResponderEliminarputo
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Eliminar:v
ResponderEliminarsopado macaco
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