Cuando los seres humanos se preguntan ¿qué sucede actualmente?, la respuesta los hace recurrir al conocimiento que tienen del pasado humano y les abre una interrogante acerca del futuro. Los seres humanos buscan explicarse quiénes son, pero también de dónde vienen, cómo han llegado a ser lo que son ahora, y hacia dónde van.
Es cierto que lo ocurrido en el pasado es algo que ya concluyó. Sin embargo, el pasado se arrastra de distintas formas hasta el presente, y esta presente señala –aunque sea de manera muy aproximada– qué se puede esperar del futuro.
Los seres humanos saben que cada momento de su vida es el resultado de situaciones, acciones y experiencias anteriores. También saben que su suerte individual no depende de sí mismos sino del camino que siga la humanidad.
La Historia es saber sobre los hombres. El conocimiento del pasado es importante porque pone de manifiesto aspectos múltiples y contradictorios de la vida humana.
Los seres humanos siempre han tenido conflictos para dominar la naturaleza y sobrevivir, para relacionarse con otros seres humanos y evitar la violencia, para entenderse a sí mismos y no quedar aislados. Al recordar esos conflictos y sus soluciones, la Historia da luz, ilustra.
Puesto que las sociedades no son estáticas, sino que están en permanente transformación, los hechos históricos siempre acontecen en condiciones particulares, en tiempos y espacios que nunca se repiten. No obstante, al conocer los conflictos que se enfrentaron en el pasado, se comprende mejor la sociedad actual.
Los seres humanos que pierden la memoria olvidan sus experiencias pasadas, borran de su mente lo que aprendieron, no pueden entender qué ocurre ni explicarse por qué ocurre de esa manera. No se ubican en el tiempo ni el espacio, no se pueden comunicar adecuadamente con los demás, no responden como los otros lo esperan. Los seres humanos que pierden la memoria quedan al margen de la vida social.
De manera similar a los individuos, si las sociedades ignoraran su pasado, quedarían como un barco a la deriva, sin rumbo ni orientación, sin posibilidades de comprender cómo se han formado, sin capacidad para explicar de dónde proceden sus creencias y costumbres, sin saber por qué se han establecido determinadas formas de convivencia, normas y leyes o qué han expresado sus artistas y científicos. Si las sociedades ignoraran su pasado, no sabrían qué conviene conservar y defender ni qué deben rechazar o destruir.
La preservación de la memoria individual así como de la memoria colectiva es fundamental para que los seres humanos y las sociedades puedan pervivir. La Historia es la ciencia encargada de mantener viva la memoria de los pueblos, de recordar aquello que se ha olvidado; es la ciencia que estudia el pasado. Pero no un pasado muerto, sino un pasado vivo que nos sirve para aprender lecciones útiles; para orientar nuestras acciones futuras.
La historia es entonces una ciencia útil. Nos explica qué fue lo que condujo a una catástrofe o cómo solucionaron los hombres sus problemas.
Es frecuente que para distinguir entre el pasado humano y la ciencia que estudia ese pasado en el primer caso usemos historia con minúscula y, en el segundo, Historia con mayúscula.
Es cierto que lo ocurrido en el pasado es algo que ya concluyó. Sin embargo, el pasado se arrastra de distintas formas hasta el presente, y esta presente señala –aunque sea de manera muy aproximada– qué se puede esperar del futuro.
Los seres humanos saben que cada momento de su vida es el resultado de situaciones, acciones y experiencias anteriores. También saben que su suerte individual no depende de sí mismos sino del camino que siga la humanidad.
La Historia es saber sobre los hombres. El conocimiento del pasado es importante porque pone de manifiesto aspectos múltiples y contradictorios de la vida humana.
Los seres humanos siempre han tenido conflictos para dominar la naturaleza y sobrevivir, para relacionarse con otros seres humanos y evitar la violencia, para entenderse a sí mismos y no quedar aislados. Al recordar esos conflictos y sus soluciones, la Historia da luz, ilustra.
Puesto que las sociedades no son estáticas, sino que están en permanente transformación, los hechos históricos siempre acontecen en condiciones particulares, en tiempos y espacios que nunca se repiten. No obstante, al conocer los conflictos que se enfrentaron en el pasado, se comprende mejor la sociedad actual.
Los seres humanos que pierden la memoria olvidan sus experiencias pasadas, borran de su mente lo que aprendieron, no pueden entender qué ocurre ni explicarse por qué ocurre de esa manera. No se ubican en el tiempo ni el espacio, no se pueden comunicar adecuadamente con los demás, no responden como los otros lo esperan. Los seres humanos que pierden la memoria quedan al margen de la vida social.
De manera similar a los individuos, si las sociedades ignoraran su pasado, quedarían como un barco a la deriva, sin rumbo ni orientación, sin posibilidades de comprender cómo se han formado, sin capacidad para explicar de dónde proceden sus creencias y costumbres, sin saber por qué se han establecido determinadas formas de convivencia, normas y leyes o qué han expresado sus artistas y científicos. Si las sociedades ignoraran su pasado, no sabrían qué conviene conservar y defender ni qué deben rechazar o destruir.
La preservación de la memoria individual así como de la memoria colectiva es fundamental para que los seres humanos y las sociedades puedan pervivir. La Historia es la ciencia encargada de mantener viva la memoria de los pueblos, de recordar aquello que se ha olvidado; es la ciencia que estudia el pasado. Pero no un pasado muerto, sino un pasado vivo que nos sirve para aprender lecciones útiles; para orientar nuestras acciones futuras.
La historia es entonces una ciencia útil. Nos explica qué fue lo que condujo a una catástrofe o cómo solucionaron los hombres sus problemas.
Es frecuente que para distinguir entre el pasado humano y la ciencia que estudia ese pasado en el primer caso usemos historia con minúscula y, en el segundo, Historia con mayúscula.
Estimada, Maureen Yleana Nunton Nuñez:
ResponderEliminarPor su capacidad de reflexión histórica la invitamos a participar en el debate internacional online "Por un nuevo paradigma educativo para la enseñanza y aprendizaje de la Historia (NPEEAH)". Véase, http://www.h-debate.com/, (Posteriormente, debates y nuevo paradigma educativo). Las siete líneas de reflexión son las siguientes.
1. El compromiso social del docente de historia.
2. El uso de las teorías psicopedagógicas en el aula de historia.
3. Las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) y el proceso de enseñanza-aprendizaje de historia.
4. La educación en valores y la práctica docente-educativa de historia.
5. La educación con fuentes históricas.
6. Los aportes historiográficos y la enseñanza-aprendizaje de la historia
7. Las aportaciones de las investigaciones educativas y la práctica docente-educativa de historia.
Un cordial saludo, Miguel David.